Sagitario

Varias veces me han preguntado por el significado del signo de Sagitario porque parece escapar a la definición, quizá por no tener un rasgo de carácter o alguna peculiaridad que lo marque fuertemente, a diferencia de otros signos. Me da la impresión de que esta aparente falta de “perfil” se debe a su versatilidad. En general, suele conocerse de Sagitario su faceta viajera, el amor por otras culturas y lenguas y un carácter (digo en general) abierto y optimista.

En el ciclo solar anual, Sagitario es el último de los signos de Fuego. Aquí, el Sol tiene una dignidad menor que en Aries (exaltación) o Leo (domicilio), quizá por estar situado en el último tramo de su ciclo. El astro domina aquí por triplicidad en carta diurna; en carta nocturna, el regente sería Júpiter. Y además del domicilio de Júpiter, Sagitario es el exilio de Mercurio. En un signo de Fuego (calor y sequedad), el planeta de la comunicación, que es frío y seco, puede perder prudencia y reflexión, aunque la sequedad del Fuego mantiene la capacidad de análisis.

Los tres signos de este elemento comparten un deseo de elevación, mejora, progreso; una aspiración que se representa simbólicamente con el movimiento ascendente de una llama. Así, entendemos por qué el fuego ha formado parte esencial de todo rito de comunicación con los dioses: la ofrenda, transmutada en humo, asciende a “lo alto”, a la morada divina. Así, el elemento Fuego tiene una fuerte vinculación con lo espiritual. 6080ff1193407ec359cd16a263f671a4 SagitarioEl movimiento ascendente del Fuego también tiene que ver con avanzar en el espacio y en el tiempo: mirar hacia adelante, hacia el futuro, la gran motivación de este elemento. El Fuego también es vehemente, apasionado, impaciente, irritable sobre todo con las rutinas, descuidado con los detalles, tendente al mando y a la independencia y amante de la libertad.

El Fuego no está tan interesado en lo que tiene a su alrededor como en lo que hay más allá. En Sagitario esto es particularmente importante, puesto que está regido por Júpiter, planeta de la expansión. ¿A dónde puedo llegar? ¿Cuáles son mis horizontes? ¿Qué hay más allá del “territorio” conocido? ¿Qué puedo llegar a saber?

A Sagitario le corresponde la cuadruplicidad de mutable, lo que le añade inestabilidad, inquietud, movilidad, adaptabilidad y cierta insatisfacción crónica. Al sumar el Fuego a la mutabilidad, puede ser muy inconstante o disperso. Por otro lado, el modo mutable es por su naturaleza el intermediario entre quienes proceden de ámbitos diferentes y por ello tienen distintos códigos de comunicación: culturas, clases sociales, ideologías. Y si le añadimos el Fuego, también media entre ámbitos de realidad distintos.

Otro punto fundamental para entender el signo es su regente: Júpiter. Este planeta diurno y social (junto a Saturno rige los grandes ciclos relevantes para el colectivo) es el gran benéfico del septenario, el que otorga abundancia, expansión, multiplicación, temperamento benévolo y generoso, optimismo y suerte, siempre que se halle en buen estado cósmico. Júpiter está constituido por las cualidades primitivas de calor y humedad, las dos que favorecen la vida. En mi opinión, estas cualidades se pueden materializar en ese sentido del humor que es combinación equilibrada de inteligencia y humanidad.

Se suele representar el signo con un centauro, con un arquero, con un arquero centauro o con una flecha. El centauro alude al caballo, animal sagitariano por representar el motor de la locomoción durante siglos y facilitar así los viajes. Es posible que la doble naturaleza, humana y animal, esté vinculada al hecho de ser un signo doble o mutable. Se suele decir que ello representaría la parte “baja” o animal de Sagitario y la “elevada” o humana. Yo no suscribo esto porque se podría decir lo mismo de todos los signos o de ninguno. La flecha, supongo que se refiere a la capacidad de viajar, de alcanzar un destino lejano.

Así, reuniendo estos ingredientes, tenemos que Sagitario es el signo relacionado con la expansión y el crecimiento en múltiples niveles, aunque todos estarán relacionados con la manifestación física y visible, importante para el elemento Fuego. Si nos referimos exclusivamente al ámbito corporal, Sagitario querrá averiguar hasta dónde le llevan sus piernas (caderas y muslos están regidos por este signo): el viaje. Si hablamos de la esfera mental, Sagitario se interrogará acerca de lo que puede aprender más allá de su entorno inmediato: el conocimiento superior. En lo espiritual, esfera de particular importancia para el signo, Sagitario “crece” al sentirse perteneciendo a un Todo que engloba las individualidades, a un universo en el que existe sentido, regido por un orden superior: la conciencia de lo sagrado. Todos estos movimientos podrían estar englobados en la idea de “viaje”.

El viaje sagitariano traslada el cuerpo físico a territorios alejados del medio ambiente conocido, donde la identidad no tiene las referencias tranquilizadoras ni los anclajes del medio ambiente natural, ni los códigos de comunicación conocidos. Lejos, pues, del espacio habitual en el que fácilmente nos reconocemos y nos reconocen, lejos de parientes, amigos y vecinos, la experiencia de tal viaje cuestiona la identidad y al mismo tiempo la expande. El regreso implica mirar el hogar con otros ojos. Sagitario simboliza el extranjero y ser extranjero.

La experiencia fundamental del viaje nos permite el encuentro con otros seres humanos que, criados con otros códigos y en otras lenguas, sin embargo comparten con nosotros cosas fundamentales. El viaje es, pues, la experiencia del contacto con la verdad humana universal más allá de localismos, regiones y fronteras forzadas con vallas y alambres. Un ser humano es todos los seres humanos, la humanidad. Por ello también Sagitario y Júpiter están vinculados con lo social y la mejor versión del signo abraza la diversidad (la cualidad húmeda de Júpiter) como manifestación de lo esencial; lo esencial se representa muchas veces

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Margaret Mead en uno de sus viajes

con símbolos porque constituyen un lenguaje común, universal. Sagitario simboliza e interpreta símbolos. Y en relación a toda esta exploración de lo humano, precisamente los dos antropólogos más célebres del siglo XX fueron nativos solares de Sagitario: Claude Lévi-Straus y Margaret Mead. Merece la pena revisar el recorrido vital e intelectual de ambos.

Y hablando de lo universal, el conocimiento superior o la expansión del conocimiento se obtiene (en el mejor de los casos) en la universidad, que tiene la misma etimología que universal y universo y también es un ámbito sagitariano, así como el del profesorado.

El más allá en lo físico nos remite al deporte como trabajo muscular (signos de Fuego), como filosofía de vida y también como método de expansión social y cultural. La Olimpiada es un evento internacional de gran repercusión cuya forma es la competición deportiva como excusa para la reunión amistosa de las naciones; el fondo sería el mensaje inspirador del esfuerzo, competición y camaradería como guías de comportamiento (el factor social) para la población. El lema olímpico “Citius, altius, fortius” (“más rápido, más alto, más fuerte”) es una llamada a la superación de las fronteras físicas, forja de espíritu (Fuego). Cuestión aparte, el negocio. Recordemos el protagonismo del fuego en los juegos: la antorcha olímpica viaja desde Grecia hasta el país anfitrión y el mismo inicio de los Juegos Olímpicos está señalado por el momento en que prende la llama en el pebetero olímpico; al finalizar, el fuego se extingue.

El Fuego pide que lo espiritual se manifieste, se visibilice, porque el Fuego es luz. Sagitario rige el ritual sagrado que, vinculado con lo social nos lleva a las grandes organizaciones religiosas del mundo. La Iglesia católica es una de ellas, quizá la más influyente. Hasta el momento, el más universalizador de sus Papas fue Juan XXIII, un nativo solar de Sagitario. El Papa actual, Francisco, también tiene el Sol en Sagitario y algo de ese talante se está dejando notar ya, al menos en sus ‘gestos’. Además procede de un territorio muy alejado del Vaticano, algo que él mismo destacó en sus primeras palabras como nuevo pontífice. ¿Y qué es el Papa o cualquier otro gran sacerdote sino un mediador entre Dios y los “hombres”?

Estirando del hilo de las religiones organizadas, tenemos que de ellas derivan los primeros códigos de conducta. La Ley con mayúsculas, las normas que rigen las sociedades, también son ámbito de Sagitario. Júpiter es un juez benévolo.

Volvamos al hilo conductor del viaje. Un viaje, si se trata de ampliar conocimiento, también es exploración. A Sagitario le motiva lo exótico, la exploración del territorio desconocido, la aventura. Podemos imaginarnos aquellos exploradores del siglo XIX adentrándose en África para llegar a las fuentes

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El verdadero y mítico Lawrence de Arabia

del Nilo, o a Lawrence de Arabia (Luna en Sagitario) recorriendo el desierto, escenario tan radicalmente “distinto” a su Gales natal, sin mapas. Avanzaban sin información del entorno, sin certezas, sin garantías, ignorando el miedo e iluminados sólo por la visión interior. Esa luz interna tiene un nombre y es fe. Sagitario es el signo por excelencia de la fe y la confianza, sobre todo porque Júpiter, en su mejor versión, es de naturaleza esperanzada. Suele suceder que los optimistas son más capaces de aprovechar las oportunidades y a esto se le llama suerte.

La fe sagitariana también puede ser religiosa, vinculada a un “orden” superior y esto nos remite de nuevo a las grandes organizaciones humanas en torno a la fe. Otra vertiente de la “visión interior” es la que se proyecta hacia el futuro (Fuego): se trata de la profecía.

Si unimos fe y viaje, tenemos que el viaje sagitariano por excelencia es la peregrinación. ¿Qué significa esto? La peregrinación es una actividad física con un destino sagrado, un proceso espiritual, porque el gran viaje es siempre doble (cualidad mutable): exterior e interior. Es el viaje al centro, o cómo alejarnos del yo conocido nos acerca a nuestro verdadero ser o a la divinidad… ¿Qué diferencia hay, en realidad? Podemos peregrinar a miles de kilómetros o podemos también acceder en nuestra propia ciudad a un templo, espacio sagrado donde se suspende el tiempo, con el mismo fin.

Pero no todo en Sagitario es espiritual. Hay otros ámbitos, como el político o el filosófico, que también pueden suponer soporte o guía en el viaje de la vida. Así, Sagitario también es el signo de la filosofía cuando se pregunta acerca del conocimiento mismo de la realidad; de la ideología política cuando el foco está en el ordenamiento de la sociedad, que además está basado en unas leyes… El peligro viene cuando aquella verdad, en vez de universal es totalizadora, uniformadora, porque procede del miedo y no de la confianza en el otro. Es entonces cuando Sagitario puede sacrificar cualquier cosa en aras de “su orden”. Stalin, Franco y Pinochet son tres ejemplos extremos de este tipo de nativo solar de Sagitario. Por otra parte, tenemos otro Sagitario, Churchill, como ejemplar político de primer nivel, que destacó precisamente en el peor conflicto internacional que ha vivido la humanidad. El primer ministro británico supo alimentar con sus discursos la visión interior de sus compatriotas y la confianza en que habría un futuro.

Para finalizar, Sagitario viaja “hacia”, no “a”. Por ejemplo, en un avión, más que viajar nos trasladamos, porque esa estrecha caja voladora hurta la experiencia del recorrido. Es el viaje lo que importa y no tanto el destino. Como en la vida. Casi podría haberme ahorrado el post con este maravilloso poema de Kavafis:

“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
tales seres jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin esperar que Ítaca te enriquezca.

Itaca te brindó ese hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero ahora no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.”

 

 

 

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