Esta semana ha sido noticia la “tristeza” de un astro del fútbol mundial, Cristiano Ronaldo. Entre otros muchos, John Carlin la ha comentado en un artículo que encuentro muy interesante, “La tristeza de ser Cristiano“.
Los datos natales de Cristiano Ronaldo, que he recogido de Astrotheme y que espero que sean fiables, muestran un Ascendente en Aries con Marte, regente del signo, en conjunción con ese ángulo (identidad, imagen, físico). Si Aries es un signo dispuesto a la acción, impaciente y que quiere hacer las cosas a su manera, Marte en su propio signo acentúa todas estos rasgos, aumentando la capacidad muscular, la competitividad y lo centrado que está en sí mismo, en su cuerpo y su apariencia.
Marte es el señor de la Guerra que en contextos pacíficos sublima su agresividad en el deporte. La de instantáneas que se han captado de Ronaldo celebrando sus goles gritando y exhibiendo musculatura, que inmediatamente traen a la mente secuencias de ‘Gladiator’ y ‘Braveheart’; eso sí, en las imágenes cinematográficas hay mucho más pelo. Y es que el factor espectáculo, cuenta y mucho.
Marte conjunto a Venus muestra al futbolista atento a su imagen, cuidadoso con ella y con un físico atractivo que incluso le ha llevado a posar como modelo. Aries, de todos modos, es el exilio de Venus (domicilio en Libra, signo de estética y moda), así que tampoco sería de esperar que sus elecciones estéticas sean las más adecuadas. Al estar Venus conjunto a Marte en el primer signo, imagino que aunque se deje asesorar, él tiene la última palabra. La persona que esté junto a él, su pareja, habrá de adaptarse en todo. La Luna en Leo, por su parte, también indica cierta vanidad y sobre todo, un gran deseo de destacar en el ámbito de la Casa V: la competición y el juego. La Luna aquí también indica un gran deseo de descendencia y amor por los hijos, capacidad para compartir tiempo y juegos con ellos.
Si Aries y Marte en el Ascendente enfatizan enormemente la individualidad, el Sol en Acuario en la XI muestra el núcleo vital de su existencia: brillar en un equipo, sin poder realmente volar más allá del equipo, porque Acuario es el exilio del Sol, que le pide que renuncie a su individualidad para que ‘gane’ el grupo, el verdadero protagonista. El Sol podría estar incluso cómodo en esta situación, si Saturno, regente del signo, le deja. Parece que no es el caso, porque Saturno está en Escorpio, signo también impositivo, que cuadra a su propio signo de Acuario y que además está regido por Marte; así que se cierra un triángulo en el que acaba mandando Marte, el gran individualista. Además, Saturno en Escorpio puede contribuir al sentimiento de envidia.
Cristiano, representado por Marte, tiene una agresividad que no exhibe a porrazos sino de forma pasiva, presentándose como víctima de las agresiones de los demás. Neptuno, que representaría a la ‘víctima’ o el sacrificio, está en el Medio Cielo, el ángulo de máxima exposición social y externa, por lo que su influencia queda notoria y patente, más estando en cuadratura a Marte, como si Neptuno constituyera una sombra que le impide sus logros. Pues es verdad; Neptuno es una influencia debilitadora sobre todo para quien, por arrogancia, no reconoce precisamente sus debilidades.
Marte en Aries, angular, es la impaciencia absoluta. Neptuno en el MC lo quiere todo, sin límites; en Capricornio, signo de exaltación de Marte, Neptuno no encuentra límites para el deseo de exaltación del planeta guerrero. La cuadratura de ambos representan la impaciencia que lo quiere todo ya pero que en el fondo no se puede colmar. Porque ‘todo’, es ‘nada’, que es a lo que lleva la inconcreción de Neptuno.
La conexión tensa entre Marte y Neptuno, en la que también participa Venus, produce un idealismo extremo; si la excelencia que se anhela no se puede materializar (difícil, con Neptuno), existe el riesgo de caer en alguna dependencia (esto siempre en función del resto de la carta) que aporte de forma artificial ese deseo de ‘absoluto’, de fusión y, en cierta manera, de desaparecer en ello. He visto frecuentemente nativos de esta configuración tensa que, aunque ellos mismos no estaban sujetos a ninguna dependencia (droga, alcohol, etc.), sí había personas en su entorno más cercano o familiar -muchas veces hombres- que habían sido víctimas de esa tendencia. Con estos aspectos también existe la compasión por seres marginales, desprotegidos, probablemente porque se conecta fácilmente con la debilidad ajena.
El artículo de John Carlin toca un tema determinante: cuando compara a Cristiano Ronaldo con deportistas de élite españoles, concretamente con Rafa Nadal, dice que el tenista gracias a su familia “tiene muy clara la distinción entre lo que ha hecho y lo que es”, donde queda implícito que Ronaldo carece de esa claridad. En términos astrológicos, “lo que se hace” corresponde al Medio Cielo y lo que “se es” al Ascendente. Neptuno, el planeta disgregador que puede inducir a la confusión y al caos, desafía los límites de los símbolos que ‘toca’ por aspecto. En la carta de Cristiano se halla en la zona de “lo que se hace” y, mediante una cuadratura, amenaza la identidad contenida en el Ascendente, Venus y Marte. Si no puedo distinguir entre lo que soy y lo que hago, cualquier fracaso -del grado que sea- en mi ‘hacer’ contamina mi ‘ser’, puesto que no hay barrera de contención que resguarde mi identidad de esa marea. Desde esta perspectiva, incluso el éxito puede resultar amenazante. Hay incontables casos de estrellas mediáticas que buscan mitigar la angustia de la amenaza al ‘yo’ con sustancias adictivas, también representadas por Neptuno.
El articulista sigue comentando la probable contribución de la familia a las actitudes egocéntricas de una persona que, precisamente a causa de su talento y por ser posiblemente la fuente de riqueza de su familia, es atendida de manera que pierde el sentido de la realidad (Neptuno). Como ya he mencionado, la ubicación de Neptuno señala el eje Medio Cielo-Bajo Cielo, que es también el de los padres. El Medio Cielo o Casa X, asociado a la profesión y a la proyección social, es el sector que la Astrología tradicional asigna a la madre.
Creo que es fácil entender que la vocación, nuestra ocupación en la vida, puede estar moldeada por las expectativas y anhelos de nuestra madre, la persona más importante en la vida de cualquier ser humano. Toda la aprobación que se reciba por parte de la madre por realizar determinadas tareas o manifestar según qué actitud, podría reforzar esos mismos rasgos, que se desplegarían más adelante de cara a la sociedad, de la que también se espera y desea la aprobación, consciente o inconscientemente, el afecto, el reconocimiento. Quizá -y sólo quizá- la madre de Cristiano, sabiendo que tenía delante un diamante en bruto, haya pedido, en clave neptuniana, la Luna. O también puede ser que haya querido serlo ‘todo’ para su hijo, también en clave neptuniana.
Y llega la edad adulta y el desenvolvimiento profesional en el que se muestran las propias habilidades: miles de personas observan en directo a Marte/Cristiano desplegar su fuerza, rapidez, destreza, en un gigantesco estadio de fútbol, mientras que unas decenas de millones más le observan -y no sólo a él, mecachis- a través del televisor. Juega Cristiano Ronaldo entre clamores, focos, flashes y el estadio se convierte durante hora y media en el centro del mundo (Sol y Luna natales en grados Avatar), pero la atención de -literalmente- todo el mundo, no es suficiente. Porque tratándose de Neptuno, ‘todo’ quizá sea ‘nada’.