Maléficos en Astrología Tradicional: mayor y menor

La tradición astrológica define Saturno como el «maléfico mayor» y  Marte como el «maléfico menor». Esta diferencia cualitativa o cuantitativa entre ellos, ¿tiene sentido? ¿Es realmente peor uno respecto del otro? Por mi parte, sí que veo útil o de sentido hacer la distinción de «mayor» para Saturno y «menor» para Marte. Escuchar recientemente alguna -valiosa- opinión en contra me ha facilitado aclarar las ideas que trato de explicar a continuación.

Voy a hacer esta reflexión ciñéndome a los significados básicos y de aplicación colectiva, puesto que el comportamiento constructivo o destructivo de los planetas -no solamente de Marte y Saturno- para un ámbito concreto hay que deducirlo a partir de la síntesis particular de cada carta astral. Todos tenemos Saturno y Marte en alguna casa y signo de nuestro horóscopo, cumpliendo una función necesaria y particular en el conjunto astrológico.

En Astrología Tradicional, Saturno y Marte son los denominados planetas maléficos, es decir, que cumplen una función esencial destructora o dañina. Hay que entender la adscripción de «maléfico» desde el punto de vista antiguo, tradicional, que entiende el mundo como un equilibrio entre las fuerzas del Bien y del Mal, entre la Luz y la Oscuridad, el Orden y el Caos; es precisamente ese equilibrio el que permite que el mundo se manifieste y que los seres se encarnen. Buscando referencias de este equilibrio en una idea actualmente vigente tenemos, por ejemplo, las funciones anabólica (ana = construcción) y catabólica (cata = destrucción) que, contrarias y complementarias, son los dos procesos que constituyen el metabolismo: un equilibrio indispensable para la vida (simplificación hecha con permiso de biólog@s y nutricionistas; se aceptan correcciones o matices, que es un tema interesante…).

Tanto Saturno como Marte son planetas exteriores, es decir, que se sitúan más allá de la Tierra en el sistema solar. Saturno, más alejado todavía que Marte, tiene una órbita más amplia, su traslación es más larga y por lo tanto sus tránsitos también son más lentos que los de Marte, lo que hace que se sientan durante más tiempo o con consecuencias más constantes en el tiempo. Esto ya debería suponer una gradación superior a la hora de merecer el calificativo de «mayor» en cuanto a la cantidad.

En lo cualitativo, la composición por cualidades primitivas confirma también la atribución de maléfico mayor a Saturno y de menor a Marte. Las cualidades primitivas de calor y humedad son las que producen la vida. Marte está compuesto de calor y sequedad -extrema-, pero Saturno de frío -extremo- y sequedad, y ambas se oponen a la vida: el frío es ausencia de calor, y la sequedad, ausencia de humedad. Así, Saturno, es el mayor negador de la vida, más todavía que Marte. He remarcado las cualidades extremas porque es esa «exageración» y descompensación la que hace que un planeta sea maléfico y pueda llevarnos al «caos», mientras que los benéficos lo son por tener las dos cualidades que los constituyen en cantidad moderada y proporcionada (una vez más, el equilibrio).

También el esquema de signos y regencias nos da otra clave que tiene que ver con la dignidad esencial de los planetas: Saturno es el regente de los dos signos opuestos al domicilio de los luminares, el Sol y la Luna, «reyes» de la carta y vinculados estrechamente a la vitalidad y la salud. Dicho de otra manera, Capricornio y Acuario, signos domicilio de Saturno, son los exilios de la Luna y del Sol, respectivamente, donde las luminarias son más débiles y menos efectivas. A su vez, los domicilios del Sol (Leo) y de la Luna (Cáncer), son los signos de exilio de Saturno, donde el maléfico mayor es menos constructivo o más dañino. Los domicilios de Marte (Aries y Escorpio) cuadran los de la Luna (Cáncer) y el Sol (Leo) respectivamente. La enemistad entre las luminarias y Saturno parece reproducir la primordial contraposición entre la luz y las tinieblas.

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La Luz inunda la batalla y vence el Bien

Habría «amistad» entre Marte y el Sol por compartir ambos la cualidad de calor y ser Aries el signo de exaltación del astro (y también el signo de caída de Saturno). Enemistad de Marte con la Luna al ser Escorpio el signo de caída del luminar de la noche, y Cáncer el de caída de Marte. La caída supone debilidad, aunque no tan acusada como la del exilio.

Ambos maléficos amenazan, pues, la vida, pero la amenaza de Marte sería más accidental, rápida o pasajera (cualidad de calor: inmediatez, rapidez), mientras que el frío de Saturno y su lentitud inherente cronifica los efectos, alarga la amenaza en el tiempo: la muerte tardaría más en llegar pero a cambio de una anticipación larga y penosa. En fin, casi todo es cuestión de «gustos» y habría opiniones dispares sobre la forma de despedirse de este mundo si es que fuera algo que se pudiera elegir, pero sí parece que la enemistad máxima con los luminares -frecuentemente Hylegs de la carta- o con la vida  se da con Saturno, asociado -en sentido esencial- al proceso de merma constante de la vitalidad que se produce durante toda la vida y que lleva a la muerte: el envejecimiento. Siempre podemos hallar aspectos positivos hasta en ámbitos tan lúgubres: véase la considerable fortuna de la heredera de L’Oréal (Saturno está exaltado en Libra, signo estético donde los haya).

La determinación de la secta de la carta, es decir, si es diurna o nocturna, afecta también a la dignidad accidental de Marte y Saturno. Marte, adscrito a la secta nocturna porque el frío y la humedad de la noche atempera su calor y sequedad -sobre todo esta última por ser su cualidad extrema-, funcionaría peor en una carta diurna porque durante el día el calor y sequedad (cualidades del Sol) alimentarían más todavía las cualidades esenciales marcianas. Por su parte, Saturno, que ha sido adscrito a la secta diurna porque el calor del día modera su frío extremo, supone mayor perjuicio en carta nocturna por el aumento del frío: lentitud, cristalización, cronificación, codicia, egoísmo. Vemos una vez más una descompensación: Marte puede tener ambas cualidades moderadas por la noche, mientras que Saturno, por el día, sólo tendrá una.

Vayamos a los efectos materiales en lo social. Si nos fijamos en el mal comportamiento en general, es cierto que las cárceles están repletas de «martes» que han agredido, pinchado, cortado1o robado; diríamos, pues, que Marte representa al malhechor más frecuente o más castigado.

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Orcos, "born to kill"

Marte es el planeta que representa el comportamiento resultante de la combinación de calor y sequedad -extrema-: impulsivo, competitivo y agresivo o violento, y precisamente la impulsividad o la falta de reflexión (el fríoes análogo a la reflexión y la introspección) no ayuda a sujetar o moderar estas tendencias. Pero cuántas veces nos hemos preguntado si hallaríamos a los peores delincuentes fuera de las prisiones: la actualidad estos últimos años nos refiere grandes ejecutivos, empresarios, políticos que, guiados por su codicia (condición atribuida a Saturno y que les retrata)

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Saruman, el mago maléfico, controla y ejerce su poder a distancia

llevan a la ruina a países y a particulares, y además pueden confeccionar leyes a su medida: Libra, signo de la Justicia, es donde Saturno se halla exaltado (poderoso) y Marte exiliado (débil). Así, el poderoso Saturno, maléfico «mayor», tiene la capacidad de esquivar los juzgados o de salir impune de ellos…

Siempre en un sentido global y simbólico y en relación a la gradación de poder que implican los términos «mayor» y «menor», Saturno es el mayor porque ostenta el poder que otorga gestionar los recursos (rige el signo de Capricornio: política, empresa, economía); por su parte, Marte sería el brazo ejecutor: fuerzas policiales o militares organizadas y dirigidas por los gestores saturninos, como vemos frecuentemente en las noticias o revisando la historia reciente de muchos países. Precisamente la exaltación de Marte, el lugar donde adquiere autoridad, es Capricornio, la casa de Saturno, y se manifiesta ejemplarmente en altos mandos del ejército.

Los límites de Saturno, en versión positiva, son los cimientos, pilares y muros que sustentan casas, edificios; la sustancia que constituye los huesos que nos sostienen y la estructura psíquica que nos organiza como personas. La fuerza de Marte es necesaria para mover los músculos del edificio humano y construir el mundo que nos rodea. Quisiera insistir en que la impulsividad y agresividad de Marte y los límites de Saturno son necesarios para la organización del mundo y de la vida particular siempre, claro, que se administren con la finalidad de preservar la vida o para el mayor bien de tod@s.

Nota: he elegido imágenes de El Señor de los Anillos porque tanto el conflicto como los personajes tienen un fuerte componente arquetípico.


1Marte se asocia tradicionalmente al hierro y a los objetos cortantes o punzantes. En negativo, esto se puede traducir en armas; en positivo, en instrumental sanitario o artesanal.

3 comentarios sobre “Maléficos en Astrología Tradicional: mayor y menor”

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