Ayer me llamó la atenció un artículo en elpais.com sobre la publicación de un nuevo libro de Antony Beevor, el conocido historiador, sobre la II Guerra Mundial. Bajo el descriptivo título de “Los prisioneros eran ganado humano“, el artículo se refiere a los hallazgos de Beevor relativos al empleo que hizo Japón del canibalismo sobre los prisioneros en la etapa final de la guerra, cuando los recursos para abastecer a las tropas escaseaban debido al bloqueo de la marina estadounidense.
Estos hechos, conocidos de sobra por los ejércitos aliados que vencieron en Asia, fueron ocultados al público para no aumentar el sufrimiento de los familiares de los prisioneros, posibles víctimas, por lo que “el canibalismo no formó parte de los delitos juzgados en el Tribunal de Crímenes de Guerra de Tokio de 1946”.
La antropofagia, detectable en vestigios de grupos prehistóricos así como en ritos de determinados pueblos, constituye un fuerte tabú en la cultura occidental. En cierta manera, teniendo en cuenta que fue practicada por los seres humanos primitivos, todos ‘descendemos’ de ella (Cáncer es el signo análogo a la Casa IV, la de las raíces familiares, el atavismo y los ancestros, que también simboliza la alimentación). Me pregunto durante cuántas generaciones se puede percibir el eco de una ‘huella’ de este tipo, si es o no eterna.
Pero a pesar del tabú, el canibalismo ha constituido una ‘salida’ en cualquier época y lugar cuando las circunstancias podían conducir a la muerte por hambre (el artículo hace referencia al sitio de Leningrado, donde 600.000 personas murieron de esta manera). Este recurso extremo y último por la supervivencia, que se suele plantear a la desesperada y que probablemente se practicó en diferentes momentos y lugares de la II Guerra Mundial, se convirtió para las tropas japonesas, según el historiador, en “una estrategia militar sistemática y organizada”.
En Astrología, el signo asociado a la nutrición es Cáncer y quise ver si tenía alguna ubicación especial en la carta de la II Guerra Mundial. He empleado la carta basada en el momento de la declaración de guerra a Alemania por parte del Reino Unido (ese mismo día hicieron lo mismo gran parte de los países aliados) como respuesta a la invasión de Polonia dos días antes, que me parece que representa un inicio ‘oficial’. La declaración (Ascendente) fue emitida por radio (Marte, regente del Ascendente, en la Casa III -medios de comunicación-). Como comenta Sergio Rivillo, Marte, que es el planeta más digno (fuerte) de la carta por su exaltación en Capricornio, representa la victoria final de los declarantes frente a la debilidad de los oponentes, representados por Venus combusto en Virgo, signo de su caída. Estos y otros elementos indican que esta carta contiene el germen de la victoria aliada. Siempre cabe preguntarse si el momento fue escogido (Astrología elecional), algo que desde luego no espero que se publique en la prensa.
La carta muestra el signo de Cáncer precisamente al final de la Casa VIII, la de la muerte, cuando Beevor dice que “la mayoría de los casos ocurrieron al final del conflicto”. Saturno comenzó a transitar por Cáncer en los últimos años de la contienda.
Saturno, el planeta de las limitaciones, restricciones y carencias, recorrió el signo de la alimentación y la familia desde el 20 de junio de 1944 hasta el 2 de agosto de 1946, representando el hambre y la carestía general ocasionada por una guerra tan larga y cruda, además del duelo (Saturno: tristeza) por la pérdida de familiares (Cáncer), territorios y soberanía (Cáncer también, relacionado con la IV mundana). El recorrido que efectuó por la parte del signo de Cáncer que ocupa la Casa VIII de la carta con el sistema de casas Placidus duró hasta el 14 de marzo de 1945, momento en que Saturno ‘entra’ en la Casa IX de la carta. Las cúspides de las casas desiguales sucedentes y cadentes varían de un sistema a otro. El de Placidus, el más usado, muestra de una manera aproximada el tiempo de acción de Saturno en la Casa VIII.
En este mapa, Saturno en Tauro está conjunto a la Luna en el último grado de Aries y conjunto partil al Nodo Sur de la Luna (alimentación, maternidad, público en general, las masas) en el primer grado de Tauro, indicando que en 1939 quedaba mucho por delante todavía. ¿Simboliza Saturno a un enemigo de Gran Bretaña? Resulta que sí: el planeta está conjunto a la cúspide de la VII Casa en Tauro, la de los ‘enemigos’ declarados, así que su regente (Venus) y los planetas que contiene el signo representan el Eje contra el que lucharon los aliados.
Tauro está asociado a la acumulación de recursos materiales y en el cuerpo humano simboliza la zona que une la cabeza (Aries) con los hombros (Géminis): el cuello y los órganos que comprende. De este modo, Tauro también está conectado con el proceso de la alimentación (acumulación de nutrientes), puesto que está relacionado con su primera fase: saborear (lengua), masticar (mandíbula inferior) y deglutir (garganta) la comida, como paso previo a su llegada al estómago (Cáncer). Por su ubicación en Tauro, Saturno ya está determinado pues hacia el proceso que comentamos en el post, enfatizado o culminado al entrar en Cáncer.
El Nodo Sur de la Luna es zona de oscuridad por producirse allí los eclipses y tradicionalmente tiene connotación maléfica. Es frecuente verlo ‘activado’ en momentos ‘turbulentos’ relacionados con el colectivo o con grandes concentraciones de gente que incluso puede que no se conozca entre sí, a la que conecta a través de algún tipo de perjuicio (como en el caso de la matanza de Utoya). El nodo maléfico (oscuridad) conjunto al planeta maléfico mayor (más oscuridad) es lo menos que se puede esperar en la carta del inicio de la guerra más devastadora que ha conocido la humanidad.
Una carta astral tiene un número de símbolos limitado, aunque la combinación de todos ellos puede dar lugar a una riqueza de significados difícil de acotar. La II Guerra Mundial, una contienda global que afectó numerosos países, tiene una historia larga y compleja de la que se han escrito incontables tomos. En este post pretendo indagar solamente en uno de los ‘roles’ posibles para el planeta Saturno en esta carta concreta, que desde luego no puede ser el único, como suele pasar cuando se descifran símbolos. Y digo esto para introducir otra cuestión relevante: sabemos que Saturno representa a enemigos de los aliados, pero ¿representa a la nación japonesa?
Buscando la carta que representaría a la nación en la época del inicio de la II Guerra Mundial, encuentro dos referencias coincidentes y una de ellas aporta una hora. En The Book of World Horoscopes, dedicado a la Astrología mundana, Nicholas Campion ofrece el dato de la promulgación de la primera constitución moderna en la historia de esa nación, la Constitución Meiji, el 11 de febrero de 1889, sin hora. Charles Carter, otro relevante astrólogo especialista en mundana proporciona para esa fecha las 10:30 h. de la mañana en su libro An Introduction to Political Astrology.
El mapa resultante muestra un Sol angular en la Casa X, fuerte por posición pero en debilidad esencial por hallarse en Acuario, un simbolismo apropiado para el inicio del primer sistema democrático del país, que debilita la autoridad individual del emperador (Sol). El Ascendente en Tauro tiene también un regente debilitado, Venus en Aries en la XII. Saturno es el dispositor del Sol (Acuario), regente del MC en Capricornio y co almuten de la Luna en Géminis; se halla en la IV casa del territorio y la soberanía, en el signo de Leo, mostrando un gran orgullo nacionalista (IV) con voluntad de expansión (signo de Fuego) autoritaria (Saturno) que finalmente provocaría su caída (Leo es uno de los dos exilios de Saturno, que está retrógrado y opuesto al Sol; hay una recepción mutua por domicilio entre estos dos planetas indignos que quizá les confirió una falsa confianza y les hizo inconscientes de su debilidad esencial). La importancia de este Saturno angular se extiende al hecho de que es el almuten de la carta por su predominio en los lugares hilegíacos y además por ser el primer regente de la triplicidad de la luminaria de la carta, el Sol en signo de Aire.
Parece que Saturno sí representa a la nación japonesa, según este gráfico. En la Casa IV, además del nacionalismo que he descrito, describe su idiosincrasia, un pueblo conservador, tradicional, amante de la autoridad, las jerarquías y los planes establecidos, atento a las rigideces de un protocolo (Saturno) elitista (Leo) y poco dado a las efusiones espontáneas. El Saturno retrógrado dispositor y opuesto al Sol exiliado en Acuario describe otro elemento relevante: la problemática asunción de responsabilidad individual. Todavía hoy en día se aprecia esto en la mayoría de los japoneses, que en general no osan tomar la más mínima decisión que cuestione la cadena jerárquica de la que forman parte; siempre hay un superior al que consultar. En las situaciones de emergencia esto es un lastre que puede ocasionar graves perjuicios por la lentitud (Saturno) en tomar una determinación. También sigue presente, sobre todo en los nativos que no han salido nunca del país o que no han tenido contacto con otras costumbres (Casa IV), la adhesión a la rigidez (Saturno) de las fórmulas de conducta que tiene la sociedad japonesa hasta para los aspectos más nimios y cotidianos de la vida; por ello los japoneses, que suelen ser amables y hospitalarios, suelen sentirse inseguros (Saturno) cuando han de interactuar con extranjeros. El Sol en Acuario pone el contrapunto (oposición) a la jerarquía saturnina, porque simboliza la agrupación y el igualitarismo; con un mal Saturno, como es este caso, el Sol se combina con una raíz autoritaria (Saturno en IV), lo que produce la condena social y exclusión de los individuos que se desmarcan del grupo, de la tendencia colectiva. Por supuesto, estoy hablando de unos aspectos concretos de la carta que hacen referencia a la cultura predominante de un pueblo, no de la verdadera naturaleza del ser humano, que no depende en absoluto del lugar de nacimiento. Esta carta, que probablemente siga activa porque los símbolos parecen vigentes, tiene una rigidez que puede oprimir a muchos de los seres humanos a los que gobierna, siendo unos individuos más afines a ella que otros y por lo tanto, menos infelices.
Así llegamos a otro punto relevante: Saturno en Cáncer, el otro signo de exilio para el planeta y por lo tanto, de debilidad, de indignidad esencial. La entrada de Saturno en Cáncer hacia el final de esta gran guerra pudo anticipar el fin del imperio nipón. Este planeta, el gran maléfico de la Astrología tradicional, representando lo contrario de lo espontáneo, es decir, lo medido y calculado, puede significar también las acciones infames pero ordenadas en las que incurrió a causa de su debilidad, como el plan ‘sistemático y organizado’ para alimentarse de los prisioneros. La debilidad del planeta pudo acarrear la derrota, que según las circunstancias puede ser muy digna (tuvo su oportunidad, teniendo en cuenta que sufrió la devastación de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, lo que le restituyó en la categoría de víctima), pero sobre todo trajo la mancha de los crímenes contra la humanidad que cometió el ejército japonés al amparo de la guerra, algo difícil de sobrellevar para Saturno en Leo: un pueblo con un orgullo pernicioso, incluso destructivo. Alemania también sabe lo que es tratar de purgar un pasado terrible, todavía reciente.
Para remate una ‘coincidencia’: Hitler nació en 1889, el mismo año que el Japón de la guerra. También tenía Saturno en Leo (13º 27′) y, como Japón, ambos Saturnos están angulares y en grados Avatar: esto significa el papel ‘maléfico’ que ambos -persona y país de entonces- representan para el colectivo a través del que quedan reflejados en la historia, siendo además Saturno un símbolo del enemigo de los aliados en la carta de la declaración de guerra. Los militares japoneses acataron -con la salvaguarda del grupo- las atroces órdenes de sus superiores, probablemente con la disciplina acostumbrada y predeterminada en su cultura autoritaria, una disciplina que requiere buenas dosis de oscurecimiento (Saturno) o ‘destierro’ de la voluntad individual. Y es que la voluntad humana, sobre todo cuando tiende a elevarse sobre las miserias sobrevenidas, manifiesta con esplendidez la Luz del Sol.