A pesar del bombardeo incesante desde hace muchos meses sobre el anuncio de apocalipsis para el día de hoy, 21 de diciembre de 2012, atribuido de forma poco seria a los antiguos mayas, aquí seguimos, por el momento. Tampoco me quiero poner desafiante, por aquello que dicen que es más fácil que entre un rayo por la ventana y me parta que que me toque la lotería mañana.
Me han preguntado repetidas veces por la significación de este día 21 de diciembre, qué se veía en los astros acerca de un posible final del mundo, que si había una alineación planetaria especial… Pues astrológicamente hablando (según la Astrología que yo conozco), lo único relevante de este viernes
- Solsticio de invierno de 2012
es que ha comenzado el invierno a las 12:11 h. (CET), es decir, que el Sol ha entrado en el signo de Capricornio a mediodía. Es una posición solar relevante, pero pasa cada año y además, hay otras. Por lo demás, es un día bastante corriente (en el plano astrológico), sin ninguna posición planetaria que destaque éste de otros.
De todos modos, si ha habido tal concentración colectiva sobre este día, acertada o no, ¿está reflejado en los tránsitos de hoy? En este sentido, yo señalaría el sextil partil del Sol con Neptuno en el grado 0 de Piscis, representando posiblemente este ‘encantamiento’ colectivo (Neptuno) con un apocalipsis ilusorio. Neptuno, representante de la confusión y el caos, así como de la huida de la realidad, renueva su recorrido por el inicio del signo de Piscis, zona del Zodíaco vinculada -entre otras cosas- a la pérdida de límites, con lo que el evento de hoy puede ser un ‘previo’ del despliegue ilusionista del planeta en ese signo, donde permanecerá hasta 2024.
Un ejemplo de día especial, en el sentido astrológico, fue el de la boda del príncipe Guillermo de Inglaterra con Kate Middleton, el día 29 de abril de 2011, de la que ya hablé en este blog. Ese día había una doriforia, una alineación planetaria formando un ‘desfile protocolario’ en cuya posición posterior y más relevante se hallaba el Sol, ‘rey’ del mapa astral y símbolo de realeza, con lo que el cielo fue aquel día fiel reflejo de una ceremonia de boda concebida para exaltar la monarquía británica. Sé que muchos no hallaréis relevante este evento o pensaréis que es más propio de una revista de cotilleos, pero lo cierto es que aquel día un cuarto de la humanidad vio la ceremonia en directo. El alcance informativo, en plena era de Internet, fue masivo. Pocos acontecimientos pueden concentrar tantas conciencias humanas en un solo punto temporal. Ni siquiera las ceremonias multitudinarias del Papa. Como espacio publicitario monárquico, un éxito.
- Último eclipse solar total del siglo y del milenio
Otro día impactante, con efectos en otro plazo, podría ser el eclipse solar total del 11 de agosto de 1999, con una configuración planetaria espectacular: una cruz cósmica en signos fijos, que involucraba la conjunción Sol-Luna y a los planetas exteriores, además en grados Avatar. Una disposición digna de una nueva era o de una guerra mundial. Creo que fue realmente un punto de inflexión para la humanidad, un cierre del siglo XX -¡y del milenio!-, ya que no hubo eclipses solares totales en 2000, que anunciaba grandes cambios para los tiempos venideros, además de mucha violencia. Resulta que Nostradamus predijo algún tipo de cataclismo para una fecha cercana a la del eclipse de 1999, probablemente por conocer el evento astrológico y quedar preocupado por su especial configuración. La ‘magia’ de una cifra cercana al final del milenio pudo influir también, desde luego, en su elección de fecha. Indudablemente, el mundo no acabó, pero… ¿pudo empezar entonces una cuenta atrás?
De todos modos y pensándolo bien, nos preocupamos por la aniquilación súbita que podría traer una supuesta profecía, pero no queremos darnos cuenta de la destrucción real y gradual del planeta. Arrasamos las zonas verdes para cultivos transgénicos o complejos de ocio, contaminamos el aire que respiramos y el agua que bebemos. Gastamos combustible y recursos naturales como si no se fueran a acabar nunca. Generamos más basura de la que podemos destruir o reciclar, y suele pasar que, de momento, las peores consecuencias las sufren quienes menos contaminan. De esta actuación absolutamente irresponsable somos cómplices casi todos y, algunos, incluso víctimas. Las naciones incumplen los protocolos de protección del clima, porque prefieren proteger las grandes corporaciones que lo amenazan. En vez de habitantes, somos consumidores de planeta.
Así que, en vez de preguntarnos si se acaba el mundo (algo que sucederá, seguro, mucho más adelante) deberíamos cambiar la formulación a: “¿Se nos acaba el mundo?”. Si no cambiamos nada, eso parece.