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Escorpio

A estas alturas del mes, a punto de entrar en el signo de Sagitario, hemos hecho ya una incursión bastante clarificadora a los territorios subterráneos de Escorpio… Y es que no es un signo fácil. Todos hemos escuchado algo sobre su ‘mala fama’… ¿Merecida? Busquemos una explicación desde el origen de su simbología.

Las antiguas estaciones tradicionales se producen en el transcurso del Sol por la mitad de los signos fijos y no en el inicio de los cardinales (solsticios y equinoccios), tal y como está establecido hoy en día por convención astronómica.

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En los días en que el Sol recorre la zona media del signo fijo de Escorpio, alrededor de lo que es ahora el 6 de noviembre, los antiguos celtas celebraban Samhain, la entrada en la estación invernal justo después de recoger las cosechas. Es el invierno la fase anual que parece guardar una mayor analogía con la finitud, el final de un ciclo, pero de la misma manera, en la rueda de la vida, al fin le sigue inmediatamente el nuevo inicio. Se dice que para los celtas, Samhain suponía el inicio del año, puesto que todo comienzo se ve favorecido por la quietud, la oscuridad y el silencio.

Las festividades relacionadas con los ciclos solares se celebraron durante siglos y sólo el cristianismo detuvo su expresión, frecuentemente a base de ‘asimilarlas’ al calendario cristiano. Samhain y su simbolismo de muerte -a la espera de renacer- fue ‘reciclada’ en la festividad de Todos los Santos. El famoso Halloween norteamericano, heredado de los colonos ‘celtas’, celebra la víspera de ese día, cuya denominación es una abreviatura de the Eve of All Hallows o también All Hallows’ Evening. El Halloween actual es una versión más comercial o festiva de nuestra ‘Todos los Santos’, bastante más solemne y nostálgica, pero aunque cada una lo haga a su manera, ambas conmemoraciones comparten el recordatorio de la mortalidad humana. Creo que Halloween representa la necesidad de desmitificar la muerte’, de caricaturizarla para convertir el miedo que produce en algo asimilable y llevadero, incluso divertido. Otra conmemoración notable y semejante y en fecha muy cercana, el 2 de noviembre, es la mexicana del Día de los Muertos.

Pero volvamos al antiguo invierno pre cristiano. Los campos vacíos de cultivos, las hojas caducas de los árboles, el retiro gradual de los animales y en general, una naturaleza que se iba ‘ausentando’  para poder volver a emerger más adelante, en una época solar más favorable, propició la asociación de la decadencia, la desintegración y la muerte a esta fase solar que son los aproximadamente 30 días en que el Sol recorre Escorpio. En la época en que moría la naturaleza, los seres humanos, como integrantes de esa naturaleza, recordaban a sus fallecidos e intuían su ‘regreso’, porque en la oscuridad creciente los límites entre su mundo y el de los muertos se atenuaban.

rev06-1-1 Escorpio

De la misma simbología agrícola surge un elemento que ha devenido emblema de muerte: durante muchísimo tiempo y hasta hace relativamente poco, una de las principales herramientas de la siega ha sido la guadaña. He de reconocer que siento un escalofrío en las escasas ocasiones en que, haciendo frívolo turismo rural, veo una de cerca. La fuerza de su evocación sigue intacta. La figura esquelética o quizá cubierta con un hábito oscuro que no deja ver el rostro, que porta una guadaña, y que se implica también con otro signo agrícola invernal, Capricornio (ya lo abordaremos en su momento) es símbolo de la consciencia humana de la finitud de la vida y su recordatorio (‘memento mori’), uno de los pocos elementos que nos diferencia verdaderamente de los seres vivos de otras especies, es decir, que la consciencia de la muerte nos hace humanos. A partir de aquí, la simbolización, la búsqueda de lo sagrado y de trascendencia son pilares fundamentales de la cultura humana.

Pero, ¿serían estas atribuciones de invierno o de muerte válidas en el hemisferio sur del planeta, si al mes de Escorpio allí le corresponde el inicio de la primavera convencional o del verano tradicional? Sí, ateniéndonos al Zodíaco tropical, que es el que se emplea en la Astrología occidental (la hindú, por ejemplo, emplea el sideral). Para el zodíaco tropical, indistintamente de si el 0º de Aries señala el inicio de la primavera o del otoño (que no olvidemos que esa atribución es una convención), Escorpio siempre será el octavo sector desde el grado inicial en Aries, sector ‘desconectado’ del primer sector o signo y, por lo tanto, zona de ‘desconexión’, es decir, de ‘muerte’.

Así que no hemos empezado demasiado bien y no sé a estas alturas si lo voy a poder remediar… Escorpio es un signo asociado esencialmente a la muerte, pero hay que matizar esto. En una vida se experimentan, además de la definitiva, otras muchas ‘muertes’ que sobrevienen a través de crisis y pérdidas y suelen solucionarse en forma de transformaciones vitales semejantes a ‘renacimientos’. Ante la angustia de la pérdida (de un ser querido, de la situación, de una relación, de la salud…) , las emociones se intensifican, se extreman y también crece el afán de control, bien o mal dirigido. Después de cada una de esas crisis, de esas ‘muertes’, la persona sigue viva, pero probablemente ya no será la misma. Ha ‘resucitado’ o ‘renacido’, que es como volver a la luz tras una etapa de descenso y tránsito por un infierno particular.

Escorpio es un signo de Agua, es decir, de emociones, que pueden ser extremas por la asociación del signo al planeta Marte, que es maléfico precisamente por su falta de moderación (una buena carta puede moderarlo y volverlo muy constructivo). Si el elemento Agua es Frío y Húmedo, es decir, introvertido y adaptable o empático, la sequedad extrema de Marte puede perjudicar la empatía del signo, haciéndolo más dominante. Este dominio escorpiano se manifiesta normalmente de manera más bien Fría, es decir, de forma poco explícita, abierta o directa. Si no cumple su objetivo, la frustración escorpiana ante lo que se entiende como derrota es silenciosa, hermética, esotérica… Resumiendo, Escorpio tiende a ‘mandar’ y suele hacerlo de forma algo indirecta o desde la manipulación, o sea, manejando los hilos entre bambalinas y, que quede claro, esto no excluye en absoluto las buenas intenciones por un buen fin de una carta escorpiana bien dispuesta. Hablo sólo de un modus operandi, de una manera de hacer asignada a un signo zodiacal, no a una persona completa y compleja.

Hablando de emociones, a Escorpio se le asocia cierto extremismo, así como los celos, la envidia o el resentimiento que puede llegar a la venganza, cuya negatividad depende también del extremo que alcancen, que en Escorpio puede ser alto, pero son emociones que se originan precisamente en el miedo a la pérdida o en la ‘certeza’ de haber perdido. Si Escorpio tiene la confianza y autoestima suficiente, es capaz de ver las cosas con la perspectiva adecuada para no situarse en la ‘derrota’ ni interpretar la voluntad diferente de la suya como un ataque, con lo que estas emociones que he mencionado es probable que no hagan su aparición. Lo que sí que creo que Escorpio, en cualquiera de sus versiones, no podría perdonar nunca serían la tibieza, la indiferencia, las medias tintas y la superficialidad.

¿Qué forma cobran las energías escorpianas en el mundo? ¿Cómo se materializan?

Quienes tengan Escorpio destacado en sus cartas por ser la ubicación de importantes planetas personales o ángulos, conocen de cerca estas crisis y las emociones aparejadas y saben que la vida les pide de vez en cuando comenzar ‘de cero’. Es posible también que hayan de realizar el rol de acompañantes de otras personas que atraviesan sus propias crisis emocionales y vitales, sus propios ‘descensos’. A todo esto, Escorpio está regido por el planeta Marte, el tradicional maléfico menor, lo que explica en parte la conflictividad del signo y su asociación ya sea con la franqueza brutal desprovista de todo tacto que emerge en ocasiones hasta la agresión con objetos punzantes o cortantes, pero esto cobra diversos aspectos que puedo sintetizar en el arco que inicio en lo inocuo y que va desde el mero ‘piercing’, pasando por las tijeras jardineras de poda y el bisturí hasta el arma blanca.

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‘Es un trabajo sucio y alguien tiene que hacerlo’. Tal y como hacen los jardineros en la escorpiana época de la poda, cuando cortar algunas ramas concentra las fuerzas del árbol o como los cirujanos ante las proliferaciones malignas, Escorpio es el signo que sabe ‘cortar por lo sano’, excluir del cuerpo individual las emociones o partes del cuerpo débiles, dañadas, inservibles o dañinas para la supervivencia de la persona. Así, en un sentido muy positivo y constructivo, Escorpio es un signo destacado en cartas de psiquiatras y psicoterapeutas, criminólog@s, médicos forenses, cirujan@s, personal sanitario asignado a unidades críticas como UCIs, entre otras profesiones o actividades que se dirijan a intervenir benéficamente y de manera necesaria en las vidas ajenas cuando éstas hagan su ‘descenso’ escorpiano y en esto yo también incluiría el ‘coaching’ o consultoría esotérica. Clarificar qué sirve y qué no sirve ni servirá nunca más, qué cosas, emociones o personas debemos despedir definitivamente de nuestras vidas y hacer un duelo por ellas, es una de las fundamentales tareas escorpianas. El humilde pero relevante trabajo que realizan los basureros de retirar los residuos que produce la vida cotidiana, sirve también a esta función, aunque en otro plano.

Por otro lado y en un sentido muy negativo, Escorpio, en vez de auxiliador en el tránsito por el abismo, puede colaborar o arrastrar hacia él, convirtiéndose él mismo en agente de crisis e incluso muerte; es el caso de mafiosos, asesinos, representantes de ideologías militaristas extremas y de cualquier fuerza coercitiva que actúa con cierto encubrimiento, que suele surgir de las zonas más oscuras de la sociedad (y zonas ‘oscuras’ las hay en todos los estratos…).

Otra analogía relevante es que Escorpio, como octavo signo, opuesto al segundo signo (Tauro) de los recursos materiales propios, está asociado a los recursos materiales ajenos o compartidos o también la pérdida o falta de los propios, es decir, los préstamos (dinero ‘de otros’) y las deudas. Estos tiempos están dejando patente la crisis vital y el infierno resultante de una deuda económica excesiva, que incluso puede llevar a la muerte por pura desesperación. Estirando la analogía escorpiana, se ha dicho -y hay variadas opiniones al respecto- que la deuda bancaria es un instrumento de sometimiento, tanto de personas como de pueblos y ese sometimiento se realiza como he comentado antes, de manera ‘encubierta’, disfrazado la precariedad de oportunidad y crecimiento. La buena noticia es que Escorpio, como octavo signo opuesto al segundo de los valores, también implica lo que los desafía, así que quizá, para sobrevivir hay que aprender a transformarlos, a cambiar la ‘vara de medir’, indagar y encontrar valor donde no pensábamos antes que lo hubiese.

Escorpio, como signo de Agua, ‘desciende’ y se filtra en el suelo, alcanzando mediante este recorrido zonas muy profundas a las que no llega la luz. Este simbolismo nos lleva a la gran capacidad de penetración del signo en cualquier asunto, lo que hace de él un excelente investigador que no teme lidiar con los aspectos sórdidos de la vida y que tendrá la determinación necesaria (signo fijo) para llegar hasta la última capa de significado. Y es que Escorpio suele interrogarse acerca de las motivaciones aparentes de todo acto o actitud, las cuestiona, las desafía; inconformista, las desecha en busca de la verdad que, frecuentemente, estaba oculta. En analogía con todo esto, Escorpio también se siente atraído por la esfera esotérica, tanto por el componente misterioso como por lo poco convencional de sus planteamientos.

En un sentido bastante más cotidiano, Escorpio tiende a vivir intensamente sus vicisitudes y como signo de Agua es muy consciente de sus emociones, pero no es tan el-roto_escorpic3b3n-escorpio-dolor-que-os-causo Escorpioconsciente, quizá, del efecto que causa a su alrededor. El famoso ‘aguijón’ del escorpión es ese objeto punzante, tan de Marte, que acaba lastimando a alguien precisamente por cercano, aunque sea ‘sin querer’. A diferencia del otro signo marciano, Aries, que es muy individualista y al que le viene muy bien de vez en cuando la soledad para ponerse ‘en orden’, Escorpio necesita a los demás, ya sea como espejos o como catalizadores, para atravesar las crisis propias y hacer la depuración emocional necesaria. Así, quien queda dentro del radio de acción puede salir ‘aguijoneado’. Cuando Escorpio emerge del invierno de su crisis, renovado, escucha de repente unos débiles gemidos y se da cuenta (en el mejor de los casos) que tiene a su alrededor algunas víctimas, ‘daños colaterales’ que ha de asumir para poder reconstruir sus relaciones personales… si quiere, claro.

Tras superar una de tantas ‘muertes’, una vez hecho el duelo por lo que hemos perdido, descubrimos que nos sentimos ‘otros’, que el mundo ya no es igual y que, contra todo pronóstico, somos más fuertes. En definitiva, Escorpio expresa la gran paradoja de que la vida se amplifica, se intensifica ante la sacudida de la muerte, que es casi lo mismo que decir ‘ante el miedo‘. Ahí radica la atracción por el lado oscuro que representa Escorpio y también su asociación con el sexo y el erotismo, una fuerte y física manifestación de vida.

Es un signo que, de la ‘oscuridad’, de lo sórdido y terrorífico, ha extraído para la humanidad maravillas como la literatura del miedo, que explora la fecundidad de la imaginación cuando se queda a oscuras o la novela y el cine negro, ese recorrido por las alcantarillas de la sociedad, siempre más cercanas de lo que creemos. ¿Cuántas series de televisión tratan de asesinatos y sus correspondientes investigaciones policiales y forenses? Ante el infierno que viven los protagonistas de ‘The Walking Dead’, ¿los problemas cotidianos no parecen menores? ¿Qué mejor que la ficción para acercarnos al intenso mundo escorpiano de la manera más inocua?

James Bond parece ser un arquetipo escorpiano devenido agente secreto gubernamental, con licencia para matar (Escorpio), que actúa indistintamente a ambos lados de la frontera de la legalidad y en operaciones encubiertas, desenvueltas

ecce0__83369-620-282 Escorpio
Skyfall

entre un público inocente que nunca sabe de dónde y por qué vienen los tiros (las típicas víctimas colaterales), fríamente agresivo, muy reservado en lo personal, persistente, arriesgado, implacable. Se ha celebrado recientemente el 50 aniversario del estreno de la primera película de la serie, el día 5 de octubre de 1962, con Neptuno, planeta de la evasión y de lo ilusorio y por lo tanto, muy ligado al cine y al entretenimiento de masas, en Escorpio y en grados Avatar, siempre señalados cuando se trata de la emergencia de iconos de gran alcance. El Sol se hallaba en Libra, que no olvidemos que un estreno cinematográfico es un acontecimiento artístico y sobre todo social, pero además, el ‘uniforme’ de Bond es antes el elegante esmoquin que  el traje de camuflaje manchado de barro. Aún así, Venus, regente de Libra y dispositor del Sol, se hallaba en Escorpio aquel día de hace 50 años, y es que una de las bazas de la serie de películas es la sensualidad y el erotismo que destilan. No cabe duda de la relevancia de esa fecha para la cultura popular: ese mismo día los Beatles lanzaron su primer single.

Al inconsciente colectivo no se le puede engañar, así que esta ‘franquicia’ cinematográfica cosecha sus mayores éxitos de crítica y público cuanto mejor representa el modus operandi escorpiano; los guiones parece que siguen un patrón modélico, en este sentido. Como Escorpio es el exilio de Venus y la caída de la Luna (ambos planetas, arquetipos femeninos por excelencia, ‘sufren’ en este signo), no suele faltar la femme fatale en cada entrega, que suele acabar ídem; por otro lado, cualquier mujer objeto de deseo o peor, de verdadero afecto por parte de Bond, probablemente muera.

Termino el post con un ejemplar fragmento de diálogo de la 23ª película estrenada en este 50 aniversario, Skyfall, de una escena en la que James Bond ha caído prisionero del malvado de la película, Silva:

Bond: – Todo el mundo tiene un hobby.

Silva: – Y, ¿cuál es el tuyo?

Bond: – Resucitar.