Iñaki Urdangarin, duque consorte de Palma de Mallorca y yerno del rey de España, imputado en el Caso Noos, presentó un recurso contra la fianza de más de ocho millones de euros que le exigía el juzgado de instrucción número 3 de Palma de Mallorca, horas antes de que expirara el plazo para la entrega de dicha fianza argumentando, entre otras cosas, que iba a verse abocado a un «injusto empobrecimiento». Si el plazo para la entrega de la fianza expiraba el jueves 7 de febrero a las 00:00 horas, ese mismo día por la noche, es decir, horas después de la presentación del recurso, los duques de Palma cenaban en un conocido restaurante de Barcelona que la prensa ha calificado como «de lujo».
Los delitos que se le imputan son eso, acusaciones, por lo que el todavía Excelentísimo Señor es también, todavía, presunto perpetrador de prevaricación, fraude, falsedad, malversación de fondos públicos y blanqueo de capitales. Pero a la vista de lo que se publica sobre él, parece que su comportamiento es, como poco, imprudente. Habiendo recibido todas esas imputaciones, el recurso contra la fianza protestaba por un «injusto empobrecimiento». ¿Sabe el señor duque lo que es o no justo? ¿Puede la carta astral responder esta pregunta? Echemos un vistazo.
Según los datos natales disponibles, Iñaki Urdangarin nació a las 11:15 h. Junto con la fecha y lugar ya conocidos, nos da una carta natal con Ascendente 21º 32´ de Piscis y Medio Cielo en 25º 45´ de Sagitario. El primer acercamiento astrológico para conocer el sentido de justicia de cualquier individuo, su respeto por las leyes y la ética o moral que rige sus pasos en la vida o, por decirlo de otra manera, para saber “si es una persona de fiar”, podemos efectuarlo a través del planeta que representa esta guía moral interna de manera esencial, que es Júpiter. Examinar este planeta en la carta de Iñaki Urdangarin nos daría una primera visión de lo que representan para él las leyes y la legalidad. Éste es el estado cósmico de su Júpiter:
- está exiliado en Virgo, es decir, indigno: en Virgo, Júpiter no puede desplegar adecuadamente las directrices que corresponden a su naturaleza esencial de gran benéfico: generosidad, amplitud de miras, magnanimidad, filantropía, sino que dirige sus esfuerzos hacia fines más pragmáticos, algo que no es negativo de por sí;
- retrógrado: ya he comentado en otros posts que la condición de la retrogradación implica que el planeta actúa contra su naturaleza esencial; procura como poco, «indecisión» al planeta, que puede retornar sobre sus pasos, quedarse dando vueltas en «bucle», cambiar de opinión, desdecirse o incluso, como decían los antiguos astrólogos, «mentir»;
- cadente en la VI, que es casa, además, de «servidumbre»: los planetas cadentes son los que menor fuerza circunstancial tienen para actuar;
- recibe una oposición partil de un maléfico, Marte, que además se porta peor en esta casa por tratarse del maléfico de la secta contraria (planeta nocturno en carta diurna) y ser regente de la maléfica Casa VIII, la de la muerte, pero también la del dinero de los demás;
- para finalizar, no recibe otros aspectos que reparen algo todo este daño.
La precaución a la hora de evaluar el Júpiter natal radica en que al menos el exilio (el planeta permanece en un signo alrededor de un año) y la retrogradación (semanas) son condiciones que se extienden durante demasiado tiempo para particularizarse en una sola persona y es que Júpiter es un planeta social, no personal. Por lo tanto hay que determinar si Júpiter realiza un papel individualizador en la carta de Iñaki Urdangarin, es decir, si está fuertemente relacionado con su Ascendente, Casa I, Sol y/o Luna. En este caso tenemos que el Ascendente en Piscis del yerno del rey tiene por regente a Júpiter y por lo tanto es su representante directo en la carta. Pero todavía hay otras condiciones que examinar.
La Casa IX natal representa un ámbito parejo al de Júpiter, que por ello es su regente natural; tratándose de una casa, hablamos siempre de vivencias y hechos palpables. Si la III abarca lo cotidiano y lo concreto, la Casa IX nos traslada a la lejanía, al terreno de lo abstracto, lo intelectual e ideológico y, más lejos todavía, lo espiritual y sagrado. En la Casa IX parece que deberíamos poder mirar hacia lo alto, allí donde cada cual encuentra su dios particular, y al mismo tiempo hacia el futuro y preguntarnos qué tipo de persona aspiramos a ser, cómo queremos mejorar y evolucionar en la vida con aquel modelo intelectual o espiritual como referencia. Cuando decimos que la Casa IX es la de la Ley, podemos decir también que es la que explica nuestra nuestra aspiración a ser justos.
¿En qué condiciones está esta casa en la carta del señor Urdangarin? La cúspide de la Casa IX está en su signo más afín, Sagitario, así que la premisa es aparentemente respetar la ley y la ortodoxia, ampliar horizontes, miras elevadas y cierto fervor religioso. Pero el cuadro pierde lustre porque volvemos al mismo regente, Júpiter. También tenemos otro planeta vinculado a la Casa IX: el benéfico Venus se halla ubicado en ella. En la suma de puntos por dignidades, Venus es el almuten del Ascendente, sobre el que tiene dominio por exaltación. A través de este Venus elevado en la carta, muy vistoso y expuesto (es oriental al Sol) y por lo tanto menos femenino, entendemos mejor el físico sagitariano del duque, el atractivo (Venus) que encandiló a la infanta,
su perfil público de deportista (Sagitario) de equipo (Venus) y la relevancia del extranjero y los viajes (IX) en sus sucesivas profesiones. Resulta llamativo que Venus esté en un grado que el astrólogo Charles Carter asoció al crimen (17º Géminis-Sagitario) porque Venus es el regente de la Casa II, precisamente la del dinero y recursos materiales. Venus no realiza aspectos a ningún planeta clásico; sólo aspecta por cuadratura (fricción, insatisfacción, lucha) a Plutón (poder oculto, afán de control, obsesión) en la VII (cónyuge, socios).
Pero todavía nos quedan unos lugares muy interesantes que visitar cuando se trata de determinar la moralidad o el sentido de justicia de una persona. El libro conplido en los iudizios de las estrellas (Ediciones Índigo, 1997) es un extenso y completo manual de Astrología medieval que podemos disfrutar gracias al trabajo de traducción y elaboración de la Escuela de Traductores de Sirventa. En él, Ben Ragel dedica un capítulo al examen de la observancia de la ley y de la fidelidad (¿matrimonial también?) que, de resultar fallida, el nativo sería “poco fiable y tenido por malvado, malhechor o descreído”. Imagino que las consultas astrológicas sobre este tema serían frecuentes. Voy a tratar de aplicar lo más sintéticamente posible las determinaciones que establece Ben Ragel a la carta de Iñaki Urdangarin.
Ben Ragel explica que la observancia de la ley debemos buscarla en las casas donde se ven la Ley y la Lealtad, que son las casas III y IX (lo dice en este orden; supongo que la de la Ley será la IX) y que, además del examen de estas casas, hay que estudiar también el planeta Mercurio porque refleja la calidad de los pensamientos del nativo así como la naturaleza de su comunicación, es decir, si es o no sincero.
En en caso de Iñaki Urdangarin, el punto de partida de Mercurio no es malo. Se halla en la Casa XI (grupos de afinidad, amistades, aspiraciones sociales) y en Acuario (relaciones grupales horizontales, innovación, telecomunicaciones), en su propio término. Pero resulta que aunque está en la XI se halla en el XII signo y además el único aspecto que realiza a un planeta clásico es un sextil a Saturno, planeta maléfico, su dispositor por ser dueño de Acuario, que es el signo de la cúspide de XII (casa de desgracia, aislamiento, prisión, subversión, enemigos secretos); Saturno está en caída en Aries, en la Casa I. Mercurio, además, no recibe la «ayuda» de ningún benéfico.
Volviendo a las casas III y IX según Ben Ragel y resumiendo, la persona será “de fiar” y justa si las dos casas y sus regentes están a salvo de los planetas maléficos y “sin estar en caída”, es decir, en una dignidad esencial razonable. En la carta de Urdangarin el estado de ambas es problemático, no sólo por el estado de sus planetas regentes (Mercurio y Júpiter), sino porque Marte, el peor maléfico de esa carta, realiza una cuadratura a la IX y a la III desde la XII. Así que Marte, desde una casa maléfica (XII), daña a Júpiter (mediante una oposición) y ambas casas al mismo tiempo, lo que daría lugar a la -probable- mentira (III) y al -supuesto- quebrantamiento de la Ley (Júpiter y IX). Si Júpiter es además el regente tanto del Ascendente como del Medio Cielo, tenemos el cuadro completo del descrédito y pérdida de rango (MC) que le afectan de forma tan personal (Asc), de los que él es el propio causante (Júpiter rige las dos cúspides). También hay más posibilidades: el peligro para la integridad física que supone el regente del Ascendente en tan mal estado y recibiendo un aspecto tenso de un maléfico (Marte), que es además regente de la Casa VIII (muerte, dinero de la pareja, recursos materiales de otros). Marte es un planeta agresivo, que puede llegar a la violencia porque prefiere «obligar» a «pactar». Este Marte está en Piscis y el Agua atempera algo su brusquedad; por algo ha sido un deportista reconocido. Pero estando en casa maléfica (XII) y siendo regente de otra casa maléfica (VIII), la combinación de Piscis y XII sugiere daño secreto o ambiguo, que puede proceder tanto de enemigos secretos de carne y hueso como del propio nativo a causa de los propios fantasmas internos; como sea, el maltrato que podría recibir el cuerpo quizá quede oculto o poco claro. Esta explicación tampoco es que sea muy diáfana, pero es que aunque sé que me protege el descrédito automático que concede dedicarse a la Astrología, éste es un blog público y nunca se sabe…
Y con Ben Ragel llegamos a otro punto que me ha resultado muy interesante y se trata de la consideración de los planetas regentes de la triplicidad del signo que ocupa la Casa IX. En este caso, la Casa IX está en Sagitario, triplicidad de Fuego, por lo que sus regentes en carta diurna son por este orden: el Sol, Júpiter y Saturno.
En este punto me apetece realizar un paréntesis para comentar la riqueza que ofrece la Astrología tradicional a la hora de abordar cada casa, puesto que no sólo emplea el examen del planeta regente de la cúspide, sino también el planeta que tiene allí su exaltación y además los regentes de la triplicidad, lo que añade tres planetas más y muchos matices a la interpretación así como vías de «salida». Así se entienden muchas cartas con aparentes vías «muertas» en las que un planeta regente débil o dañado no explica el desarrollo satisfactorio -en la realidad- de una casa. Por supuesto no se trata de añadir planetas hasta que encontremos la explicación que nos satisfaga, sino de admitir que una vida humana es larga o al menos compleja y que esa complejidad puede comenzar a ser trazada con las herramientas tradicionales, teniendo siempre en cuenta que los significados de los planetas, aunque variados, quedan siempre dentro de una naturaleza que no podemos tergiversar. Por el contrario, cuando se emplea un único planeta como dispositor de la casa creo que se corre el peligro de «estirar» su significado para que encajen las múltiples vivencias que solemos encontrarnos en una sola casa astrológica.
Pero volvamos a nuestro tema donde lo habíamos dejado. Ben Ragel atribuye al primer planeta regente de la triplicidad el dominio sobre los asuntos de viajes y mudanzas, el segundo regiría la fiabilidad y el respeto de las leyes (tanto de Dios como de los hombres) y el tercero sería relativo a la capacidad para la premonición a través de los sueños (así lo precisa el autor). En el caso del marido de la infanta tenemos al Sol como primer regente de la triplicidad, Júpiter el segundo y Saturno el tercero. El Sol como regente de los viajes, aunque no está en su triplicidad (Fuego) se halla al menos en su decanato, elevado y en una casa muy afortunada, la XI. El signo que ocupa, Capricornio, acaba de definir que sus viajes se deben principalmente a asuntos de empresa, negocios y de estatus social. Pero para nuestro asunto nos interesa más el segundo regente que, oh sorpresa, vuelve a ser Júpiter.
Hay más explicaciones en Ben Ragel relativas a este tema y se refieren al examen del Parte de la Ley (ver la casa donde cae, el estado de su regente, etc.), parte árabe que define como la distancia que hay desde la Parte de la Celada hasta Venus, sumada al Ascendente, igual si es carta diurna o nocturna. No acabo de entender la formación de este Parte porque la Celada es el equivalente a la Parte del Espíritu o también Daimón en Astrología helenística, que es el parte inverso al de Fortuna y se calcula, como éste, teniendo en cuenta si la carta es nocturna o diurna. Pero en fin, si lo dijo Ben Ragel, por algo será; de todos modos y como debe hacerse con cualquier técnica o aforismo astrológico, habrá que ponerlo bajo la lupa de la práctica… En Urdangarin tenemos la Parte de la Ley en Géminis, Casa III, lo que nos devuelve al Mercurio ya examinado.
En la carta de Urdangarin, los signos en las cúspides de III y de IX, Géminis y Sagitario, respectivamente, son “amables”; también lo son Piscis en el Ascendente (identidad, físico) y Sagitario en la cúspide del Medio Cielo (estatus, profesión, proyección social, honores). Así que hay una especie de «tarjeta de visita» benévola, bienintencionada, porque es el gran benéfico el que mayoritariamente rige estas cúspides. También eran aparentemente benévolos los objetivos de las instituciones que creó: fundaciones con fines filantrópicos (Júpiter), deportivos (Sagitario), sin ánimo de lucro (la frugalidad de Virgo, signo donde está Júpiter, y la compasión de Piscis, el Ascendente), guiadas por el afán emprendedor (Capricornio) de un ex deportista (Sagitario again) que añoraba los retos. Pero resulta que ese gran benéfico Júpiter, el que se presenta como bienhechor, no es lo que aparenta sino que «miente», porque así lo indica la cadena de indignidades que acumula, empezando por la retrogradación, de la que decían los antiguos (también Ben Ragel) que pervertía los planetas hasta hacerlos mentirosos, engañosos.
En torno a este caso de corrupción se palpa la tensión y los esfuerzos crecientes por justificar la no imputación de la infanta Cristina, su esposa, pero cada día se hace más difícil sostener que ella estaba al margen de tanto enriquecimiento sospechoso. Varios testimonios de empleados, además, acreditan que presenció y participó en actividades irregulares. Recordemos aquí aquel Venus en Sagitario de la carta del ex deportista, elevado en el X signo, en grado de “crimen”, regente de la casa del dinero, co regente también de la Casa VII (cónyuge, socios), porque Libra queda por entero dentro de esa casa. La carta de Urdangarin está muy en función de su pareja matrimonial y se podría interpretar que la motivación y el apoyo para sus actividades provienen de ella y de su entorno, nada sorprendente por otra parte. ¿Es la infanta una persona “de fiar” según el test de honestidad de Ben Ragel? Quizá lo comente en otro post.
Un comentario sobre “El sentido de justicia del señor Urdangarin”