En el mediodía del 10 de abril de 1912 el Royal Mail Steamship Titanic zarpó de Southampton con la intención de llegar al puerto de Nueva York, pero con el destino verdadero e inesperado del fondo del Océano Atlántico frente a las costas de Canadá. Los humanos necesitamos tragedias que nos asienten en nuestras vidas cotidianas; así, la del Titanic, a través de la prensa, la literatura y el cine ha servido de catarsis para numerosas generaciones. Todos recordamos la película que realizó James Cameron en los años 90, el film más exitoso de los muchos que se han realizado sobre este enorme suceso, que sirve de excelente recreación de lo que pudo ser aquel barco y su catástrofe, el punto de partida de un relato que cumplirá un siglo esta misma madrugada del domingo 15 de abril de 2012. El Titanic fue un microcosmos de la sociedad de la época y un buen símbolo de un mundo -occidental- que se hundiría dos años más tarde con el inicio de la terrible Primera Guerra Mundial.
La carta del viaje inaugural describe la magnificencia del momento: zarpaba con gran promoción el buque de pasajeros más grande y lujoso del mundo. A bordo contaba con huéspedes VIP ilustres y famosos, a los que se sumaba la clase media en la segunda categoría de pasaje y emigrantes en búsqueda de oportunidades en el nuevo mundo en tercera. El Ascendente Leo (nobleza, lujo, exhibición, escenificación, fama) expresa la cualidad del momento así como lo que se pretendía representar con aquella espléndida nave; su regente, el Sol exaltado en Aries, refuerza y engrandece todavía más el acontecimiento, describiendo lo que después se revelaría como un exceso de confianza o arrogancia (Sol exaltado en cuadratura a Neptuno). El Sol, regente del Ascendente (el viaje) está en la Casa IX: el puerto de destino es, pues, el extranjero, otro país, otro continente. El Ascendente está en grados Avatar: no fue la mayor catástrofe naval del siglo, pero sí la más famosa y legendaria y ha tenido un fuerte impacto en el colectivo humano. Creo que el cóctel lujo/tragedia es irresistible; la televisión rebosa de series con estos ingredientes.
La carta del inicio del viaje tiene suficientes elementos como para ser descartada para una “elección”, es decir, un momento astrológicamente escogido para comenzar cualquier empresa.
Para empezar, observamos el estado de la Luna, astro representativo de toda movilidad y por lo tanto de los viajes y co significadora de la persona o evento representado en la carta, está en su peor condición: exiliada en Capricornio, cadente por hallarse en la VI casa, menguante y vacía de curso. En astrología tradicional se considera que el vacío de curso (no se realizan más aspectos hasta que no se cambia de signo) de la Luna significa que “nada de lo esperado sucederá” porque ella es la gran coordinadora de las energías de la carta, el “enlace” que conecta la Tierra con el entramado astral. Si lo esperado era llegar a destino, eso desde luego no sucedió. La Luna tampoco tenía fuerza adicional por dignidad esencial o accidental para contrarrestar esta condición. De todos modos, no llegar al puerto de destino no implica necesariamente una catástrofe mortal; la carta ha de tener pues otros elementos que indiquen verdadero peligro.
En el vacío de curso es importante considerar el último aspecto realizado por la Luna; en este caso se trata de una cuadratura a Mercurio (viajes, comunicaciones, información), que se halla retrógrado (condición negativa que implica movimiento o actuación contraria a su naturaleza) y que va hacia la combustión con el Sol: parecería que aquí serían elementos debilitadores la falta de cooperación o de reflexión (Aries) y la arrogancia (Sol exaltado). Resulta muy significativo que el oficial de guardia en el momento del avistamiento del iceberg (Saturno, análogo al frío, la cristalización, regente de la VIII -muerte-) trató de evitar la colisión frontal con varias maniobras, siendo precisamente una de ellas la marcha atrás (el movimiento de retrogradación), lo que evitó un choque frontal pero no la rasgadura lateral del barco en lo que pudo ser al final una decisión errada y fatal. Resulta que Mercurio retrógrado es el regente de la Casa III, la que representa al piloto y los mandos de la nave y también casa de las comunicaciones: parece que hubo barcos por la zona que trataron de hacer llegar avisos al Titanic sobre el peligro de los icebergs, sin éxito. La colisión tuvo lugar sobre las 23:40 h. de la noche del día 14 de abril. Tras unas horas de confusión, despedidas y unos últimos minutos de terror, el barco se hundió definitivamente en el océano a las 2:20 de la madrugada del día 15.
El aspecto más estrecho que realiza el Sol es una cuadratura aplicativa y partil con Neptuno. En astrología moderna, este planeta está asociado al mar por la vinculación con el dios mitológico. En la antigüedad no disponían de Neptuno en las cartas astrales, pero sin embargo, las naves también se hundían a veces… Bajo mi punto de vista, Neptuno aquí representa, más que el peligro en el agua (que también puede ser), el peligro por el (auto) engaño. Por un lado, el Titanic fue promocionado (el factor “adorno de la realidad” de todo márketing también es asunto de Neptuno) a bombo y platillo como el mejor buque del momento por grande, lujoso y por “insumergible”. En la Casa X, el Sol está angular, lo que deja visible la brillantez de la apariencia; en la Casa XII (desgracia), Neptuno está oculto: es el enemigo secreto del buque y del viaje, la debilidad sumergida, que tiene que ver con agua porque está en el signo de Cáncer, que representa los grandes caudales de agua. Por otro lado, habiendo sido informado de que la nave iba a hundirse irremediablemente en dos horas, el capitán optó por crear una atmósfera de tranquilidad para que no cundiera el pánico en las tareas de evacuación puesto que -vaya trampa mortal- solo había botes para menos de la mitad del pasaje: la tripulación mentía, las luces se mantenían encendidas, la orquesta tocaba un ragtime y los pasajeros deambulaban sin saber muy bien qué hacer en un escenario neptuniano por surrealista… Hacia el final, la mayoría de personas que todavía permanecían en el buque solo fueron verdaderamente conscientes del peligro en los minutos previos al hundimiento. Escribo esto y me viene a la mente una dinámica actual, vigente: quizá la Unión Europea sea una especie de Titanic con capitanes que nos dicen mentiras neptunianas para evitar el pánico total… ¿En qué clase estamos “viajando” cada uno?
Volviendo a aquella gélida noche de hace 100 años, hay otro factor en la carta del inicio del viaje que añadido a todo lo anterior, parece contribuir decisivamente a aquella desgracia y es la conjunción disociada entre Marte (maléfico o infortunio menor tradicional) en Cáncer y Plutón (maléfico transaturnino) en Géminis, en cuadratura (disociada también desde Marte) a Venus, planeta situado en la IX (viajes, extranjero) pero VIII signo (muerte), oriental, fuera de secta y vacío de curso, siendo este planeta el almuten de los puntos hilegíacos (vitales) de la carta y regente de la IV (finales, la tumba). Venus parte de una posición de dignidad por su exaltación en Piscis (reflejo de un inicio de viaje espléndido) pero el vacío de curso hace que no forme más aspectos hasta entrar en Aries, signo de su exilio y dominio de Marte; en Aries se encuentra ya Venus precisamente en el momento de la colisión y hundimiento…
Marte está en esta carta especialmente indigno (dañino) por hallarse en su caída (Cáncer), occidental, en signo cadente (su tristeza) y en carta diurna, que es contraria a su secta. Esto tiene más relevancia todavía porque Marte es el dispositor del Sol (punto vital y rector de la carta), del MC y de Mercurio. En astrología tradicional estricta no se consideraría una conjunción si no se comparte también el signo, pero la de Marte y Plutón tiene el componente especial de que cada planeta está en el grado de antiscio del otro, como si ambos estuvieran en los dos lugares a la vez. La conjunción se produce en la XI casa, la de los grupos, pero Marte en Cáncer, además de estar en su caída, está en el XII signo de la carta, análogo a la Casa XII de la desgracia, el aislamiento y lo oculto o secreto. Tenemos entonces que Marte parece estar en agua (Cáncer) y en territorio no visible, así que la amenaza que representa como maléfico se pudo manifestar como la parte afilada o puntiaguda del iceberg que bajo el agua produjo la rasgadura en el casco, el principio del fin para el buque y la mayoría de sus ocupantes.
Marte en Cáncer, signo de su caída, representa aquí (por su configuración con Plutón y su rol específico en las cartas del eclipse lunar y de la botadura) desgracia en el agua y la muerte por ahogamiento. Es el signo domicilio de la Luna, que ya hemos visto que tiene una condición muy precaria y con la que establece un intercambio de dominios por recepción mixta. El signo de Cáncer, asociado a las grandes masas de agua como los mares y océanos, está en la cúspide de la XII del inicio del viaje, casa de desgracia y también de lejanía: muchos cuerpos no fueron nunca recuperados porque el mar los dejó fuera de toda posibilidad de rescate. Marte es el regente del IV signo de la carta, interceptado en la IV según casas Placidus: la IV rige el final de todo asunto así como el último hogar, la tumba.
La relación por recepción mutua mixta entre la Luna y Marte también me sugiere otra cosa: si la Luna suele representar al público -en general- y Marte es el símbolo masculino por excelencia, diría que la Luna en Capricornio en la VI (servicio, sirvientes) representa a los pasajeros de 3ª clase así como a los sirvientes de los de 1ª, que perecieron en su mayoría puesto que en aquel momento se consideró que tenían menos derecho que las clases superiores a ocupar los escasos botes. Pero como la consigna fue “las mujeres y los niños primero”, también hubo una mayoría de hombres (Marte) ahogados entre los otros pasajeros, incluso de la categoría principal. La brecha insalvable entre clases representada en el microcosmos del Titanic también fue patente tiempo después, durante las tareas de rescate de los cuerpos. He escuchado hoy -domingo 14- en RNE a la periodista Nieves Concostrina decir que de los cuerpos que se recuperaron del océano, la nave de rescate solo trasportó los correspondientes a la primera clase, cuya pertenencia resultaba evidente por las ropas; los cadáveres de segunda y tercera, tras su identificación, eran devueltos al mar…
Volvamos una vez más a la carta del inicio del viaje. Otros elementos negativos a destacar serían el Ascendente y Saturno en conjunción por antiscio y el eje MC-BC (y el Sol) coincidente con los siempre perturbadores nodos lunares, siendo el MC el representante de la meta u objetivo de la carta.
La sizigia previa al viaje (y hundimiento) es el eclipse lunar parcial en 11º 48´ de Libra del día 1 de abril. La carta levantada para Southampton, puerto de partida, muestra el -siempre inquietante para los eventos- signo de Escorpio en el Ascendente y su regente, Marte, en la Casa VIII de la muerte, donde también está Neptuno. Por si fuera poco, Marte ocupa el final del signo de Géminis (viajes, pilotos) y está conjunto a Plutón (otro gran maléfico) a apenas un grado. Los significadores de viaje tampoco están en su mejor momento: Mercurio está lento, a punto de retrogradar y Júpiter está estacionario, comenzando su período de retrogradación. Además, Mercurio se encuentra en último grado y en una inquietante recepción mutua por domicilio con Marte. Neptuno, el enemigo secreto en la carta del inicio del viaje, ocupa aquí significativamente la Casa VIII (muerte).
Las conexiones entre las cartas del eclipse lunar, la de la botadura del trasatlántico y la del inicio del viaje ofrecen conexiones significativas. Sería muy extenso desarrollarlas aquí así que me limito a destacar el Sol, Mercurio y MC del viaje encuadrados entre el Marte y el Saturno de la carta de la botadura (carta que me parece muy importante) y situados en su Casa VIII (muerte); por si fuera poco, el Sol de la inauguración se sitúa exactamente en el punto medio Marte/Saturno de la botadura. El Marte de la botadura es regente de la VIII (muerte), ubicado en 28º 15′ Piscis, grado que casi alcanza el Venus del inicio del viaje en 27º 24′ (almuten de la carta).
Resulta también notable que en el momento del choque, el MC está casi exactamente sobre el Nodo Sur de la Luna, considerado maléfico, el mismo grado que ocupa el Fondo del Cielo en la carta del inicio del viaje, como si el ángulo señalara que efectivamente, la nave había llegado a su destino.
Los detalles expuestos aquí los he extraído del artículo de la Wikipedia sobre el naufragio del Titanic y del post El destino del Titanic estaba escrito.